cuando cae la noche

Cuando la noche cae en la isla las estrellas empiezan a encender el cielo. Un niño abre los ojos pero no mira su alrededor en penumbra. Mira adentro, detrás la primera oscuridad hay lucecitas. Más allá, colores. Casi distingue todo el arco iris. Imagina formas y figuras. Un animal, quizás una vaca? Pastando en un prado. Las fronteras se amplían, aparece una gran manada. Al fondo, las montañas contemplan y acogen la escena. Una caseta perdida saluda humeante, invitando a quién la vea a pasar y a resguardarse en el calor del hogar. Adentro, bien cerca del fuego, una niña lee un cuento. Entre las letras de imprenta aparecen mágicas y triunfales las ilustraciones. El trazo es delicado pero conciso. Las figuras parecen tan reales… Aun así se percibe un grave error, que no pasa inadvertido a la mirada crítica de la niña. No ve azules, ni verdes, lilas o rojos. Solamente negros, grises y marrones. Dibujo tras dibujo el patrón se repite. Ni una chispa de color vive y alegre. Con el corazón encogido la niña acepta el reto de leer las palabras que tanta pereza le causaban antes.

En un lugar lejano en tiempo y distancia un niño sonríe bajo las estrellas. Protegido entre mantas a su cama que cada vez se encoge más deprisa. El cumpleaños es inminente y repasa la gran fiesta, como lo celebrará, a quien invitará y qué sorpresas descubrirá. Años después, el chico ya es grande. La cama ha quedado pequeña pero aun así lo acoge. El último lugar de resguardo que le queda. El último consuelo. Afuera los colores se han desvanecido, en su interior tiene la certeza que han huido corriendo, escapándose de tanta oscuridad. La gente de la isla cada vez es más esquiva, más encogida, cargando con un gran pes sobre los hombros y un profundo pozo dentro del coro. Día a día el gris tiñe el mar y las olas, haciendo conjunto con los cabellos que todavía aguantan en los jefes cots de la gente. Un silencio pesado asola y embiste la isla, detrás todo y se, una sombra. La amenaza inminente de la guerra.

En el resguardo de la distancia la niña ya es chica y ha descubierto que el cuento en realidad es un diario. Los dibujos son fotografías y siguen en blanco, negro y sepia a pesar de que ya aparecen las primeras imágenes en color. Hoy es el primer día que el rojo lo asalta. En primera plana, pero en un rincón, una antigua isla devastada la saluda. Entre los escombros, una cama pequeña, y un cuerpo ajeno descansa en un suelo frío. La vida escapa en el rojo del suelo, como amapolas a la primavera, pequeñas manchas de vida en una fotografía gris.

Neskalua (pseudónimo)