diversidad sexual y educación 10 propuestas feministas de interés para la educación
Nunila López Salamero y Myriam Cameros Sierra, 2009. La cenicienta que no quería comer perdices. FUENTE: http://www.mujeresenred.net/IMG/pdf/lacenicientaquenoqueriacomerperdices.pdf
Pensar la educación como un campo donde tienen lugar posicionamientos diversos, un campo no exento de controversias, es darse cuenta de que estas se agudizan cuando se habla de géneros, feminismos y de diferencias sexuales. La dificultad de llevar a las aulas, justamente lo que en la estructuración de las mismas se ha suprimido -o sólo se considera pertinente si toma forma de denuncia de la violencia de género-, hace pensar.
En el año 1970, con la Ley General de Educación, se introduce en España la escuela mixta y con ella comienza un caminar hacia lo que se percibía como la instauración de la igualdad de oportunidades, basada en una supuesta naturalidad y neutralidad del sistema educativo. A partir de los años 80 se empieza a evidenciar en algunos estudios que la escuela no es terreno neutro, ya que las desigualdades persisten a pesar de haber igualdad en el acceso a la educación. Se empieza a plantear que tanto el conocimiento impartido, como su modelo de transmisión, son discriminatorios y construidos desde presupuestos masculinos que dejaban de lado las diferencias, un modelo educativo que confundía la igualdad de acceso a la educación con la educación para la igualdad de oportunidades. Con la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres (aún vigente), la Ley Orgánica de Educación (LOE, 2008), sus ejes transversales y las nuevas políticas del gobierno socialista, se estableció una base institucional que pretendía un cambio efectivo. Para facilitar este cambio se publicaron guías didácticas y materiales educativos dirigidos al profesorado.
FUENTE: http://www.filalagulla.org/nova-guia-la-coeducacio-i-la-gestio-de-la-diversitat-a-les-aules/
Sin embargo, numerosos estudios siguen demostrando que la coeducación es una asignatura pendiente en nuestras escuelas e institutos, parece ser algo realmente difícil de asumir en la práctica educativa, las inercias “de siempre” empujan hacia otra dirección. Además, el hecho de centrar las relaciones de género en la escuela en una pretendida “igualdad”, ha dado lugar a una evidente confusión entre lo que debería ser y lo que realmente es. De este modo, las diferencias se omiten o se ocultan en un “como si no existieran”, para construir un modelo de sujeto libre de prejuicios y estereotipos y, de paso, seguir alimentando el mito de una infancia feliz y asexuada .
Cristina Garcia Rodero. Georgia, 1995. FUENTE: http://hyperbole.es/2013/11/cristina-garcia-rodero/
Si partimos de la realidad diferent de los sexos, es contraproducente coger la igualdad como punto de partida, como un hecho dado. Coeducar supone practicar una mirada minuciosa, que no pase por alto a nadie, que no discrimine; y también un hacer desde el cuidado y desde el respeto. Supone construir un espacio educativo más justo, enfocando las diferencias donde se ubican y, por tanto, donde se pueden erradicar cuando son motivo de discriminación y, sólo si lo son. Por otra parte, hay que desplazar las desigualdades hacia las diferencias que propician el conocimiento y el cambio. Porque tal como explica Pilar Ballarín (2001, p. 31), “se debe recordar que en educación, las diferencias se iban abordando tradicionalmente para eliminarlas en vez de incorporarlas como parte de un proyecto pedagógico”. Es por ello que es necesario que nos planteemos el significado del reconocimiento explícito de la identidad (del docente y del alumnado) con sus marcas de género (Marina Fuentes-Guerra, 2001).
Así pues, considerando el sujeto de educación como sujeto sexuado, la cuestión de las diferencias es ineludible y central para las interacciones de clase. Ahora bien, cuando pedimos a niñas y niños, chicas y chicos, que rompan con los estereotipos de género, no nos damos cuenta de que estas mismas cualidades constituyen la base sobre la que se sustenta su identidad en femenino y masculino. De acuerdo con Bronwyn Davies: “No se les puede exigir que adopten la posición de hombres o mujeres identificables como tales y de privarles, al mismo tiempo, de los medios necesarios para expresar el significado de la masculinidad y la feminidad . Y sin embargo, eso es lo que la mayoría de los programas no sexistas han esperado que hicieran “(1994: 12).
Azucena Vieites, 1994-1997. Juguemos a prisioneras. FUENTE: http://www.arteleku.net/es/collages
Es decir, de diferencias hay muchas y no de diferencia dicotómica, ni de situarnos de manera estricta en la otra cara de la dicotomía en una posición que no se puede asumir. El hecho de marcar el género conjuntamente con otras variables identitarias, nos lleva a celebrar las diferencias, frente al pensamiento único. Sin embargo, implica también analizarlo como localizaciones de poder-saber con sus jerarquías, afrontando su papel en la producción de desigualdades. No es conveniente pensar en un solo eje de exclusión para que este eje se amalgama con otros (opción sexual, clases sociales, etnia, negritud, cultura, etc.) en las aulas y los patios de recreo, creando relaciones de poder y dominación en la más tierna infancia (Bronwyn Davies, 1994).
Alicia Framis. Niñas con suerte. (Barcelona, 2007) . FUENTE: www.aliciaframis.com/&prev=search
Uno de los elementos clave del reconocimiento a la hora de nombrar el género lo encontramos en el lenguaje. Siendo que el lenguaje nos crea y recrea a su imagen y semejanza, o al menos lo intenta, nombrar en masculino y femenino (contemplando la no correspondencia sexo / género) puede ser un primer paso en los aprendizajes corporitzats en las escuelas.
C. Molet, 2014. Nara es Alicia o, a quién pertenece el lenguaje?
La cantidad de estudios realizados en nuestro país sobre sexismo y lenguaje (Cristina Brullet, Carlos Lomas, Marina Subirats, Amparo Tusón, etc.) nos demuestran la importancia de reflexionar en las aulas sobre los efectos de un uso discriminatorio del lenguaje y de las imágenes, a la hora de representar los sujetos sexuados, con tal de poder llevar a cabo una educación sin sesgos de género. Este es otro de los aspectos que a la educación le está costando mucho asumir. Si pensamos con Foucault y con Derrida que defienden que los sujetos siempre se han creado a través del lenguaje y la cultura, evitar el sexismo lingüístico debería ser el primer paso en la formación de las niñas y los niños. Dado que el lenguaje moldea comportamientos y conductas individuales y colectivas, hacer un uso consciente del mismo nos llevaría a un cambio significativo en lo simbólico. No es necesario decir que cuando hablamos de lenguaje nos referimos tanto a lenguaje corporal, el uso que hacemos de las imágenes y los objetos, y los significados que damos a todo ello, activando diálogo, pensamientos y palabras. De ahí que la función de la educación siga siendo imprescindible, por un lado en cuanto a la recuperación de la memoria histórica, dando a conocer las luchas feministas y de los movimientos LGTB y construyendo genealogías para restituir las aportaciones de las mujeres que han sido borradas. Y por otro, para repensar nuestras propias vivencias sobre sexos, géneros y sexualidades y para aprender de las epistemologías feministas que nos aportan otras visiones de mundo (más información en Molet y Bernad, 2014 y 2015).
Ciertamente, abordar todos estos aspectos requiere otros marcos de conocimiento y reconocimiento. Los años de hablar sobre la igualdad y de las “mujeres” sin feminismos han conseguido naturalizar el género, y de paso, borrar la conciencia del mismo sistema patriarcal y de sus mecanismos de perpetuación de la hegemonía masculina y heteronormativa, afianzando sus visiones de mundo.
Rasenth, 2014. FUENTE: http://www.upsocl.com/mujer/este-comic-captura-perfectamente-como-el-feminismo-nos-ayuda-a-todos/
Solamente cuando la teoría y la práctica reflexiva van de la mano, se asume un movimiento de cuestionamiento crítico y de negociación constante. De esta manera, se puede abrir la brecha de las diferencias en educación, posibilitando que sexos, géneros y sexualidades convivan con otras variables de clase, de raza, disminuciones, etc., las cuales han sido y, todavía son hoy, motivo de exclusión. De todo esto se debe poder hablar y no sólo abordarlo como a tiempo de celebración, debe convertirse en un espacio de aprendizaje compartido.
‹género y educación
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Recomanacions per a l’ús no sexista ni androcèntric del llenguatge i de les imatges per als mitjans de comunicació. Centre Dolors Piera. Udl. Disponible en: http://www.cdp.udl.cat/home/images/pdfs/Genunes/recomanacions_comunicacio_inclusiva_catala_web.pdf